Nuestro entorno
La villa blanca recibe al viajero desde la ermita de la Atalaya y desde la de San Roque, que junto al faro de Luarca, sus casitas de pescadores y sus elegantes palacetes indianos caracterizan el relieve costero de la parte mas salvaje de Asturias. La capital del concejo de Valdés es el mejor lugar para organizar las rutas por la zona y su puerto y una parada obligatoria en el Camino de Santiago. Los barrios de origen medieval del Cambaral, la Pescadería y la Carril envuelven su dársena que conserva una de las flotas pesqueras más importantes de Asturias. Está situada junto a las playas de Luarca, en la desembocadura del río Negro, que avanza meandro a meandro esculpiendo el valle que hace de anfiteatro de la "Villa Blanca de la Costa Verde”.
Desde la capital del concejo, con aproximadamente 5.000 habitantes podrás visitar casi de un salto lugares de fantasía como acantilados de 80 metros de altura sobre el nivel del mar entre cabos y bahías, islotes desmembrados a merced del Cantábrico o calas desiertas y dunas en recuperación. La costa más salvaje de Asturias.
Miradores como el Faro, que data de 1862 y la Atalaya, el Chano, con su llegada a través del barrio de La Pescadería desde el que también podrás tener perspectivas del barrio del Cambaral. Playas de ensueño cercanas a la villa como Cueva, Otur o Barayo y tierras de tradiciones como la montaña Baqueira de Valdés, con sus rituales ceremoniales que se celebran cada año en la boda Vaqueira o el magnifico enclave y la festividad de La Regalina en Cadavedo, guardianes de la tradicional Danza Prima.
Valdés y Luarca son todo un conjunto de imposibles cincelados por el Cantábrico, colinas y valles envueltos por la niebla y una campiña verde ideal para esperar la puesta de sol. En un día en Luarca-Valdés podemos viajar por las cuatro estaciones y por un mapa de paisajes que empiezan en la playa desierta y la cima de la montaña, y terminan en el puerto marinero y al borde del acantilado.